GANADORES DEL CONCURSO DE RELATOS, CURSO 2019/2020

EL MURCIELÁGO LOLO 
Claudia Forcada Fandos (3º C)

El primer día de curso la profe quiso aprovechar la mañana con los niños y niñas que aún no tenían los libros contándoles un cuento. No era un cuento cualquiera, era una historia de dos valores muy importantes, la amistad y el respeto.
La profe empezó diciéndoles a sus alumnos:
  - ¿Queréis oír una historia especial?
Y los niños y niñas de tercero gritaron a coro:
   - ¡Siiiiiii!
Entonces su profe, con voz dulce, empezó a contar esta preciosa historia:

"Érase una vez un murciélago llamado Lolo que vivía en una cueva a la que todos conocían como "La Luna". Un día el murciélago, preparando su almuerzo, se agachó y vio en el suelo una serpiente enroscada dispuesta a atacar. Se llevó un susto tremendo, pero fue muy valiente y supo reaccionar.  Aterrado gritó:
   - ¡Socorrooooooooooo, una serpienteeeeeeeeeeeeee!
Los demás murciélagos de la cueva se fueron corriendo, pero la malvada serpiente atrapó a Lolo y en la pelea le arrancó un colmillo. Por suerte nuestro amigo pudo salvarse. Al salir vio que los demás animales del bosque estaban intentando tirar abajo la cueva para encarcelar a la malvada serpiente y que no pudiese seguir haciendo daño. Todos se sentían felices por haber conseguido encerrar a ese animal que tanto mal causaba a los habitantes del bosque pero al mismo tiempo se sentían tristes porque los murciélagos se habían quedado sin hogar.
Todos los murciélagos empezaron a revolotear buscando una nueva cueva. El mejor amigo de Lolo, que se llamaba Nino, era un murciélago gordito y alegre que siempre sonreía e intentaba ayudar a los demás. Incluso en esta situación tan difícil animaba a sus compañeros y amigos. Mientras buscaban un lugar donde vivir, Nino, jugando con una mariposa, se despistó y chocó contra una roca que resultó ser una acogedora cueva. Tenía todo lo que un murciélago podía desear: estaba oscura, tenía ramas secas de árbol para colgarse y dormir, era calentita y estaba llena de insectos deliciosos para poder comer. Decidieron ponerle un nombre y entre todos creyeron que la mejor opción era llamarla “La Eria”.
Mientras los mayores organizaban su nuevo hogar, los pequeños murciélagos revoloteaban felices por los alrededores. Todos menos Lol,o que se sentía triste y avergonzado porque sus amigos se burlaban de él y le llamaban “desdentao”. Él dijo que si seguían riéndose de él se marcharía porque prefería vivir solo a tener que soportar las burlas crueles y las risas de sus amigos. El resto de murciélagos no entendieron que Lolo hablaba en serio y que su actitud le hacía daño y siguieron burlándose. Por este motivo Lolo se fue.
A la hora de la cena Nino se dio cuenta de que Lolo no estaba. Empezó a preocuparse y le buscó por toda la cueva. Cuando entendió que su amigo se había ido salió disparado en su busca. Nino conocía bien a Lolo y fue a buscarle a su refugio del río, un lugar secreto donde se reunían para jugar. Por suerte lo encontró allí  los dos empezaron a hablar. Lolo le habló de sus sentimientos y Nino le comprendió muy bien y prometió ayudarle. Juntos y felices volvieron a la cueva, explicaron al resto lo importante que es la amistad y el respeto y desde entonces La Ería se convirtió en un ejemplo de paz y armonía para los demás animales del bosque."

Cuando la historia de Lolo y su amigo Nino acabó los niños y niñas estaban alegres y felices de haber descubierto a estos dos maravillosos personajes y haber aprendido de ellos, y todos juntos corrieron a abrazar a la mejor profe del mundo.

EL COLEGIO LA ERIA #MOLAMOGOLLÓN
Vera Fernández Mateo (4º C)

Era una mañana fría y lluviosa. Todos estábamos nerviosos porque era el primer día de clase: por ver a los amigos, a los profes y sobre todo por ponerse a estudiar… ¡¡que no hombre, que era broma!!.
Mi nombre es Nuria, soy una niña de cuarto y no estoy nerviosa, al fin y al cabo he estado estudiado en el verano, no como mi hermano Ismael que se pasó el verano jugando a la maquinita. Os preguntareis por qué no viajé. Bueno, es evidente, mis padres dicen que hay que ahorrar.
Hoy en clase me preguntaron qué hice en el verano. Yo no quería mentir y dije que me quedé en casa jugando, viendo la tele, estudiando…
Después de mí iba la niña más popular del colegio Olivia. Dijo que se fue a NEW YORK en yate de lujo. Llegué a casa y dije:
   - Mamá quiero ir a NEW YORK en un yate de lujo.
Y mamà respondió enfurecida:
   - Hija, si no te he dejado ir a Gijón en autobús imagínate lo que te respondería.
Y yo respondí "no" disgustadamente.
Se lo pedí a papá y me dijo que no. Me fui llorando a mi habitación. A mi hermano le dí tanta pena que se le ocurrió una idea; vino y me dijo con suavidad:
   - Nuria, tranquila, se me ha ocurrido una idea ¿Qué tal si juntamos nuestros ahorros y hacemos un trato?
Salí de mi habitación, corrí al salón y llegué y le dije a mamá:
   - Te hago una oferta única: si limpio, pongo la lavadora y la secadora me das 250 euros.
Y me dijo mamá:
-Trato hecho.
Era el segundo día en 4º de primaria. Hoy sí que estaba nerviosa. ¡Qué rollo exámenes. Uff! Menos mal, ya los acabé todos. ¡Ah no! todos no, me falta el de inglés pero... ¿Qué? Está en clave, lo dejaré en blanco.
Llegué a casa y le dije a mamá:
   - Mamá, quiero cambiarme de colegio.
   - Vale te cambio de colegio - dice mamá - pero vas a ir a la ERÍA DE OVIEDO.
   - ¡Vale!
La madre gritó que le tocaba en 4ºC. Primero me presentaron a mi profesora que se llama GEMA, después me dijeron que éramos 20 y conmigo 21. La verdad es que éramos muchos.
Bueno, ya era miércoles y primera hora, tocaba lengua y les dije que yo, en mi otro cole, ya había dado todo ese tema y me quedé de brazos cruzados. Yo creo que en este colegio encajo peor que en el otro. Llegó el recreo y me quede flipando. Me hice amiga de VERA, CARMEN, CLAUDIA, NOELIA y de ALBA.
Bueno acabó mi primer día en el colegio LA ERIA. Llegué a casa y me iban a dar la paga. Me la dieron y le dije adiós a NEW YORK porque no me dieron nada. Os preguntareis por qué no… no había hecho nada, se me había olvidado todo.
Era el día siguiente y me tocaba examen de inglés. Me lo dieron y ¡oh no! otro en clave.
Yo se lo comenté a VERA y luego ella se lo dijo a CARMEN en el recreo fuimos las tres al cuarto del conserje.
   - ¡Halaaaaaaaaaaaaaaa! el colegio es enorme, dijo Nuria.
   - Es verdad pero ¿qué ha pasado? ¿porque hay una pastelería? - Dijo Vera.
   - Mmm pasteles - dijo CARMEN.
   - CARMEN déjate de pasteles y céntrate en resolver el caso del examen de nuestra nueva amiga – dijo VERA.
   - ¡Oh no, viene alguien! Perdonad, falsa alarma - dijo Vera, era el conserje.
Gritamos a la vez:
   - Conserje, conserje ¿nos puede traducir esto?
   - No, lo siento, es que eso no lo puedo traducir, lo mejor es que vayáis al informático-nos dijo el conserje.
   - Informático, informático, ¿nos puede traducir esto? - Le dijimos al informático.
   - No, lo siento, es mejor que se lo digáis a la directora.
   - Directora, directora, ¿nos traduce esto? - Le dijimos
   - No, lo siento, decírselo al fontanero.
   - Fontanero, fontanero ¿nos traduce esto? - Le dijimos
   - No, mejor id a Vera, Nuria y Carmen - nos dijo.
   - ¿Nosotras? Nooooo. Ah ¡si! Yo lo traduzco - dijo Carmen.
   - ¿Sabías traducirlo desde el principio? - Le preguntamos.
   - Si, pero eso da igual, centrémonos en traducirlo - dijo Carmen. Pone: “como ya diste en tu otro colegio todo el tema, no haces el examen. Intenta descubrir lo que pone”.
Todas nos empezamos a reír y yo pensé que en este cole voy a estar muy a gusto. ¡¡¡¡Me encanta el cole de la Ería!!!!.

DENTRO DE LA BIBLIOTECA
Candela Pérez Menéndez (5º A)

El colegio La Ería era un colegio grande y de paredes hechas con ladrillos naranjas. Tenía huerto, laboratorio, sala de informática, tenía muchas cosas más. Pero a mí lo que más me gustaba es la biblioteca. Tenía millones de libros y de todas las categorías, había cómodos sofás para los más peques y una estantería entera con libros sobre arte, animales y cosas antiguas.
Aquel día en la biblioteca estaba yo, también estaban mi mejor amiga Lucía, Iván y Adrián. ¿La razón por la que estábamos allí? Nos habían castigado. La razón es lo de menos, lo importante es lo que pasó dentro.
Ya llevábamos allí un buen rato, y en ningún solo momento había oído la tranquilidad del silencio, Lucía y Adrián no pararon de pelearse hasta que Iván los detuvo.
   - Anda, parad y coged un libro - dijo Iván posando un libro en la mesa. - A ver si así os tranquilizáis.
Todos estábamos sentados y con un libro sobre el que posar la mirada.
   - Me encantaría poder retroceder tanto en el tiempo hasta llegar a la prehistoria - comentó  Iván sin levantar la mirada del libro.
   - ¿Por qué? - pregunté intrigada por su sueño.
   - Para descubrir auténticos hechos y volverme famoso - me respondió con la cara iluminada
   - Con que tú lo que quieres es fama, eh amigo - cuestionó Adrián a la vez que le daba unas palmaditas en el hombro.
   - No es eso, son las ganas de saber y ser reconocido - reprochó Iván.
   - Dejad de discutir y escuchadme - dijo Lucía con una gran idea en mente.- Tengo una idea absurda, loca e incluso estúpida; y quizás después de esto me llaméis loca, pero hay que intentarlo.
Mientras hablaba, poco a poco el resto nos íbamos acercando.
   - Creo, solo creo, que si cogemos un libro, concentramos todas nuestras fuerzas en él y poco a poco avanzamos con el brazo podremos atravesar las páginas e ir a ese fantástico mundo del que habla el libro.
   - Tú estas mal, pero que muy mal - reaccionó Adrián.
   - Yo creo que no perdemos nada por intentarlo - sugerí.
Y así hicimos, cada uno agarró su libro favorito y siguió las instrucciones de Lucía. Cada uno de nosotros teníamos un libro con destino maravilloso. Cerré los ojos y, como había dicho Lucía, concentre todas mis fuerzas en él. Con cada segundo que pasa acercaba mi brazo a ese libro, cual destino era la Antártida. Mis dedos rozaron las páginas, y poco después no los sentía. Abrí los ojos, lo que rozaba ahora era magia, estaba traspasando el libro. Me giré, Lucía daba saltitos e Iván se había quedado sin habla, mientras que Adrián intentaba meter el brazo en el libro sin ningún resultado. Cuando ya había metido el brazo hasta el codo, el libro nos absorbió enteros.
   - ¡Tú espera aquí! - grité mientras me absorbía el libro.
   - Es lo único que puedo hacer - me respondió Adrián.
No sé cómo era el interior de los otros libros, pero el de este era alucinante. Había pingüinos y esquimales. Me encantaba ese sitio.
Cuando ya llevaba allí un tiempo me di cuenta de que seguía teniendo el libro en la mano. Supuse que ese era el método que debía emplear para salir de aquel lugar.
Pensé que era hora de volver a nuestro verdadero mundo, así que repetí los pasos que nos había indicado Lucía, y pocos segundos después volvía a estar en la misma biblioteca de hace unos minutos.
   - Impresionante - decía Lucía.
   - Asombroso - repetía Iván.
   - La mejor experiencia de mi vida - comenté yo.
   - Mientras vosotros estabais en vuestros libros, yo tuve una idea. -comenzó a explicar Adrián un poco mosqueado - Qué tal si nos metemos todos juntos en un libro.
   - Me parece una buena idea - aceptó Lucía.
   - A mí también.
   - Pues venga, - dije - tengo el libro perfecto.
Me acerqué a una de las estanterías y elegí uno de los miles de libros que había ; era grueso, la portada era totalmente de color negro, el título estaba en blanco. Escrito por una autora poca conocida la novela se titula “Luna llena”.
   - Tiene buena pinta. - opinó Adrián.
Nos miramos y juntos asentimos. Todos nos habíamos cogido de la mano exceptuando a Lucía, que sujetaba el libro, y a Iván, que sería el primero en meter la mano. Concentramos todas nuestras fuerzas en aquel libro, y de repente, cuando Iván había metido lo suficiente el brazo, las páginas nos tragaron al completo con una increíble velocidad.
Estábamos dentro, colocados espalda contra espalda, observando aquellas oscuras y maravillosas vistas que se divisaban desde lo alto de la colina en la que nos encontrábamos; y como decía el libro, había luna llena.
Las espaldas que estaban junto a la de Iván notaban como sentía escalofríos y le temblaban las manos.
   - Iván, ¿te encuentras bien? - pregunté preocupada.
   - Siento que vienen hacia aquí - respondió con la voz temblorosa.
   - ¿De qué…?
No me dio tiempo a terminar la frase, porque era cierto, se dirigían hacia nosotros.
Era verdad, un montón de sombras tenebrosas se nos acercaban, y estaba claro que no tenían buenas intenciones. Echamos a correr mientras Lucía buscaba el libro. No lo encontró. Se le debió de caer cuando lo atravesábamos.
   - ¿¡Y ahora qué!? - preguntaba Iván sin parar.
Todos estábamos muy nerviosos y corríamos a toda velocidad hasta que una especie de muro nos bloqueó el camino. En ese preciso momento cerré los ojos y desperté.
Todo había sido un emocionante y largo sueño. Sí que iba al colegio La Ería, y había una gran biblioteca, pero no habíamos viajado a nuestros libros favoritos.  Pues hoy era un día normal y corriente donde volvía a jugar con Lucía, Iván y Adrián, donde me pasaba algunos recreos en la biblioteca leyendo a grandes escritores anhelando ser uno de ellos.

UN ARMARIO SINGULAR
Lucía Gutiérrez Vavrova (6º A)

Había una vez, concretamente en 1902, una niña llamada Gretta, Gretta Smith que tenía dos fabulosos amigos. Uno de ellos era Alejandro, aunque todos le llamaban Álex, y la otra era Carolina. Gretta, Álex y Carolina eran muy diferentes. A Gretta le encantaban las estrellas. De hecho su gran sueño era convertirse en astrónoma. Por otro lado a Carolina le encantaban la música y el arte, y soñaba con abrir su propia galería. Y por último Álex adoraba el agua y soñaba con realizar una expedición al fondo del océano.                     
Pero ambos tenían algo en común: los tres eran soñadores y aventureros y su mayor sueño era vivir una aventura juntos.
En 1902 se abrió un colegio nuevo en la ciudad donde vivían los tres amigos. La madre de Gretta era inspectora y precisamente ella había sido la encargada de inspeccionar el colegio antes de  su apertura. Después de revisar el colegio de punta a punta, la madre de Gretta le dio a la directora el permiso de apertura maravillada. Nada más llegar a casa empezó a hablar del colegio a su hija. Después de suplicarle a Gretta de que fuese a ese colegio lo consiguió, pero con la condición de que sus amigos también. Los padres de ambos amigos cedieron encantados y así fue como Gretta, Álex y Carolina se embarcaron en su primera aventura, aunque ellos todavía no lo sabían .
Era un 11 de septiembre cuando los tres amigos se encontraban delante de un gran y llamativo cartel en el cual ponía: C.P La Ería. En cosa de pocos minutos Gretta y sus amigos se encontraban sentados en un pupitre situado en el interior de una clase. Delante de la pizarra había una mujer de unos 40 años aproximadamente. La mujer se alisó la blusa con la mano y acto seguido dijo:
   - Buenos días mi nombre es Marisol y voy a ser vuestra tutora durante este curso.
Luego hizo una breve pausa. Parecía que estaba pensando algo.
   - Bien, vamos a comenzar las clases, sacad los cuadernos de lengua.
Después abrió un pequeño cajón y comenzó a rebuscar. Tras estar un rato rebuscando murmuró:
   - Ah vaya cabeza la mía me olvide las tizas en el despacho de la directora. Eh tú - dijo señalando en la dirección donde estaba Gretta.
   - ¿Yo? - preguntó Gretta.
   - Sí ¿cómo te llamas?
   - Mi nombre es Gretta, Gretta Smith.
   - Bien Gretta ¿puedes subir al despacho de la directora y decirle que si por favor te puede te puede dar una caja de tizas que hay en su armario?
   - Por supuesto. - respondió Gretta.
Acto seguido se levantó, caminó hasta la puerta, la abrió y se encamino en el pasillo. Tras subir las escaleras vio una puerta que tenía un cartel en el que ponía: "Despacho de la directora". Después de leerlo picó tres veces a la puerta. Esperó un rato, y miró su reloj, nerviosa. No quería que la riñesen el primer día. Volvió a picar, seguía sin responder nadie. Gretta decidió entrar en el despacho. Abrió la puerta y se adentró en la habitación. Recordó las indicaciones de su profesora: la caja de tizas que hay en su armario. Tras recordarlas se dirigió hacia el armario y lo abrió. En su interior se encontraba la caja de tizas.  De repente se escucharon unas voces delante de la puerta. Gretta se puso nerviosa, entró en el armario y lo cerró. Se escuchaba una voz diciendo:
   - Gretta mañana es tu primer día del colegio. Recuérdame por la noche que tenemos que preparar la mochila.
   - Un momento, pero si eso me lo dijo ayer mi madre. - pensó Gretta.
Tras pensar un rato decidió abrir un poco la puerta del armario. La directora se encontraba sentada en su mesa.
   - ¿Oh no! - pensó Gretta.
En ese instante la directora se levantó. Gretta empezó a cerrar la puerta del armario. Una vez esta se cerró se volvieron a escuchar voces que decían:
   - Gretta, cariño ¿te gustan las albóndigas?
En ese momento Gretta lo comenzó a entender todo. Cuando alguien entraba en ese armario y cerraba sus puertas retrocedía al pasado. Para comprobar su teoría Gretta volvió a entreabrir la puerta. La directora no estaba allí, el despacho estaba vacío. Gretta cogió la caja de tizas y salió del despacho corriendo.
Un minuto después Gretta se encontraba delante de su profesora.
   - Aquí tiene las tizas, disculpe por mi tardanza es que me he perdido por los pasillos. - intentó disculparse Gretta.
Carolina se extrañó. Su amiga le había comentado que su madre le había dicho dónde se encontraba el despacho de la directora.
   - Que no se repita señorita Smith. - respondió Marisol.
   - Sí. - asintió Gretta - No volverá a ocurrir.
Después se dirigió hacia su asiento.
   -Bien alumnos, vamos a empezar. ¿Hay algún voluntario para escribir la fecha?
Tras escuchar eso Carolina levantó la mano.
   -Bien, ¿cómo te llamas? - preguntó la profesora.
   -Me llamo Carolina - respondió Carolina.
   -Bien Carolina, sal a poner la fecha. - ordenó Marisol.
Carolina se levantó y comenzó a caminar entre los pupitres.
   -¡Cuidado!, gritó Alejandro al ver que había un charco de agua en el suelo.
Pero ya era tarde porque Carolina ya había resbalado y ahora se encontraba en el suelo.
   - ¡Ay, mi tobillo! - se quejaba - Creo que me lo he retorcido. ¿Oh no, eso significa que no puedo ir a mi competición de natación!
Enseguida sus amigos acudieron en su ayuda.
"¡Ring!" sonó en ese momento la sirena anunciando el recreo.
  - Id con vuestra amiga a secretaría para ponerle hielo en ese tobillo. - dijo la profesora.
Al caminar por el pasillo Gretta decidió contarles a sus amigos lo del armario del despacho de la directora.
   - Chicos ¿recordáis cuando fui a buscar las tizas? Pues al picar nadie me respondió así que entré y cuando abrí el armario escuché unas voces en el pasillo así que entré en él y cerré. En ese momento empecé a ver el pasado.
   - Gretta ya sabía yo que no habías tardado por perderte, pero eso del pasado no creo que sea cierto - dijo Carolina.
   - Bien, te lo voy a demostrar y te prometo que mañana podrás ir a tu competición.
   - Bueno, si lo dices tú, …. de acuerdo.
   - Yo me apunto. - dijo Alejandro.
   - Bien, - dijo Gretta - al salir del despacho de la directora me fijé que tenía una reunión a la hora del recreo.
   - Perfecto. - se alegró Álex
   - El plan es el siguiente. Carolina tú te quedas vigilando y Álex y yo entramos en el armario - explicó Gretta.
   - Vamos, seguidme .- indicó mientras se encaminaba hacia el despacho de la directora.
Una vez estaban allí “a la acción”, dijo Gretta. Gretta y Álex entraron en el despacho mientras Carolina cerraba la puerta.
   - Bien, abre el armario y saca la linterna Álex. - ordenó Gretta.
Una vez Álex cumplió las órdenes dadas entraron en el armario.
   - ¿Preparado?
   - Sí, preparado.
Gretta cerró la puerta. Ambos vieron una clase vacía en la que había un charco de agua. Posteriormente observaron como una niña caminaba entre los pupitres y se caía. Gretta abrió la puerta y dijo:
   - ¿Tú me crees, ¿verdad?
Álex se quedó callado incapaz de hablar.
   - Bien, ahora busca por todo el armario, estoy segura de que hay algo que nos permitirá volver al pasado.
Tras buscar un rato Álex dijo:
   - Creo que esto nos ayudará.
   - A ver... - dijo Gretta y empezó a leer en voz alta:
   - Si al pasado quieres viajar un botón deberás pulsar.
   - Pues yo no veo ninguno. - dijo Álex apoyándose en el armario - ¿Qué hora es? No se nos vaya a pasar el tiempo. - preguntó.
   - Son las nueve menos diez. - dijo Gretta mirando su reloj -
   - ¡Un momento! Eso significa que hemos vuelto al pasado. - dijeron los dos amigos.
   - Rápido, tenemos 10 minutos para limpiar el charco y bajar abajo. - dijo Gretta corriendo.
 Cinco minutos más tarde Alejandro y Gretta estaban hablando con Carolina.
   - Chicos, ¡qué ganas tengo de la competición!
   - Nosotros tenemos ganas de verte. - respondieron con un gesto de complicidad.
Más tarde Alex le preguntó a Gretta:
   - ¿Se lo decimos?
   - Sí, pero cuando acaben las clases. Si no, no se concentrará”.






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